El folclore tradicional
no es solo música y danza; es identidad, memoria y lucha por mantener vivas
nuestras raíces. Este acto en Ingenio demuestra que cada paso, cada acorde y
cada baile son un gesto de resistencia cultural.
Quiero compartir mi opinión
y mi mirada personal sobre lo que ocurrió en la Casa del Obispo durante la
puesta de largo del libro Los bailes tradicionales de Gran Canaria:
Municipio de Ingenio, de Ángel Vega. Para mí, fue un acto
profundamente humano, nacido del cariño por nuestras raíces y por quienes las
sostienen, y me siento honrado de poder expresar lo que sentí y observé en este
evento. Fue un orgullo, una sorpresa y una satisfacción poder ser parte
activa de un acto tan importante, que pone de manifiesto una de mis grandes
pasiones: el folclore tradicional en todas sus expresiones.
Porque Ángel no solo
presentó un libro. Puso al alcance de todos muchas horas de dedicación
silenciosa, de recogida paciente, de amor por un patrimonio que muchos damos
por sentado hasta que alguien lo rescata y lo muestra con la dignidad que
merece. Todo ello con una generosidad cultural evidente, sin buscar
protagonismos ni egos personales, ofreciendo su trabajo como un bien común para
que toda la comunidad pueda disfrutarlo y aprender de él.
Un camino lleno de
obstáculos
Desde mi perspectiva,
resulta admirable que, a pesar de tantas dificultades, Ángel lograra que Los
bailes tradicionales de Gran Canaria: Municipio de Ingenio viera la
luz. La financiación y el apoyo institucional fueron obstáculos importantes,
que no deberían existir para proyectos que enriquecen nuestra memoria
colectiva. Su perseverancia demuestra que la pasión por la cultura puede más
que las dificultades externas.
Rigor y responsabilidad
en la documentación
Quiero destacar también
el rigor y la responsabilidad con que se documenta cada baile y cada
tradición. Ángel Vega se mantiene alejado de interpretaciones personales,
lo que convierte al libro en una fuente confiable y respetuosa de nuestra
cultura, algo que personalmente valoro muchísimo.
Un acto que se convirtió
en abrazo colectivo
Quien estuvo allí lo
sabe: aquello no fue un acto cultural más. La música, los vídeos, la danza en
vivo y las intervenciones de quienes acompañaron a Ángel construyeron un
mensaje claro, casi palpable: lo que somos como pueblo importa. Y lo más
significativo es que asistió gente entendida y vinculada a la familia del
folclore, no personas que fueron solo a figurar. La tradición se preserva
así: entre quienes la aman, la practican y la entienden.
La actuación de David “el
Majorero” junto a su hijo, por ejemplo, fue una declaración de principios: la
tradición continúa cuando se comparte. Cuando pasa de manos curtidas a manos
jóvenes. Cuando deja de ser recuerdo para convertirse en gesto vivo.
El libro como semilla y
manual de aprendizaje
En mi opinión, el libro Los
bailes tradicionales de Gran Canaria: Municipio de Ingenio no es solo
un testimonio escrito: es un auténtico manual para aprender a bailar.
Tanto los textos como los vídeos incluidos son herramientas que facilitan el
aprendizaje y permiten sumergirse en la tradición de manera práctica y directa.
Pero también creo que los
libros son semillas. Solo germinan si alguien los abre, los trabaja y los pone
en práctica. El verdadero reto será convertir este esfuerzo en costumbre, en
presencia continua, en enseñanza y en baile.
Reconocer el trabajo que
sostiene a un pueblo
Me emocionó ver cómo la
comunidad reconocía a alguien que lleva años trabajando sin estridencias. En un
tiempo donde lo inmediato parece valer más que lo importante, detenerse a
agradecer la labor de quienes cuidan tradiciones es casi un acto de resistencia.
La cultura popular es
frágil. Se diluye si nadie la mira. Se pierde si nadie la sostiene. Por eso
trabajos como el de Ángel son tan necesarios: porque ponen el foco donde pocas
veces se mira.
Celebrar y compartir
nuestras tradiciones
Hay algo que debemos
tener claro: cada aportación dentro de la familia del folclore es una victoria
colectiva. Cuando alguien suma, ganan nuestras tradiciones; y si nuestras
tradiciones ganan, ganamos todos. Pero para que eso ocurra hace falta un cambio
real: dejar atrás el personalismo, el “esto es mío”, el “yo primero”.
Necesitamos aunar
fuerzas, abrir puertas y compartir lo que sabemos. Porque el folclore no es un
trofeo, no es una carrera por ver quién destaca más. El folclore no pertenece a
nadie… es del pueblo. Y solo se engrandece cuando se comparte, cuando fluye, cuando
circula libre entre manos generosas que lo aman sin reserva.
Que Ingenio baile para
siempre
Desde mi perspectiva,
Ingenio no está dispuesto a renunciar a su memoria. Que sigue latiendo,
bailando, tocando y contándose. Y para quienes quieran adentrarse en ese legado
sin perderse nada, basta con consultar el libro Los bailes tradicionales
de Gran Canaria: Municipio de Ingenio, de Ángel Vega, donde cada baile,
cada historia y cada gesto quedan recogidos con mimo.
Para que Ingenio baile
para siempre no hace falta nada extraordinario: solo seguir haciendo lo que
hacemos cuando nos juntamos. Compartir. Enseñar. Valorar. Cuidar.
Se espera que acciones
como esta logren crear conciencia sobre la importancia del folclore
tradicional y que permita entender que no se trata de un negocio ni de una
inversión, sino de una apuesta por nuestras raíces. Para mantener viva esa
riqueza cultural hace falta más gente generosa y menos mercenarios. Es
obvio que quienes se dedican al folclore como medio de vida deben cobrar por su
trabajo, pero la retribución económica no puede ser el único aliciente:
la pasión, el respeto y el compromiso con nuestras tradiciones deben seguir
siendo el motor principal.
Y actos como este tan
cálidos, tan nuestros son la prueba de que vamos por buen camino.
Felicitación y ánimo
Quiero terminar felicitando
y expresando mi admiración a Ángel Vega y a todos los que trabajan por
mantener viva nuestra tradición. Su esfuerzo, constancia y generosidad son un
ejemplo para todos, y su labor demuestra que el folclore no solo se preserva,
sino que se hace crecer cuando hay pasión y compromiso. Que este impulso siga
adelante y nos inspire a todos a participar, compartir y mantener nuestras
raíces vivas. ¡Ánimo y adelante en la lucha por nuestro patrimonio cultural!









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